Es
posible que el combustible definitivo no proceda ni de cereales ni de algas,
sino directamente del sol.
La conferencia que acaba de pronunciar Nathan S. Lewis
sobre la crisis energética, cargada de resonancias apocalípticas, ha sido tan
sobrecogedora como estimulante. Este químico del Instituto de Tecnología de
California sostiene que, para evitar los efectos del calentamiento global,
hacia 2050 nuestra civilización debería generar potencias de más de 10
teravatios (1 Tw = 1012
vatios) mediante energías "limpias" que no conlleven emisiones
carbónicas. Esta cifra triplica con holgura la demanda energética actual de
Estados Unidos, cuyo promedio anual ronda los 3,2 Tw. La explotación
hidroeléctrica de todos los ríos, lagos y cursos de agua del planeta, señala
Lewis, sólo permitiría generar unos 5 Tw. Mediante la energía nuclear sí se
podría alcanzar tal objetivo, aunque para ello el mundo debería construir un
reactor nuevo cada dos días durante los próximos 50 años.
Antes
de que los oyentes caigan en el desánimo, Lewis explica que hay una vía de
salvación: cada hora, el sol derrama sobre la tierra más energía de la que toda
la humanidad utiliza en un año. Mas, para salvarnos, serán necesarios enormes
progresos en las técnicas de producción de combustibles: hojas artificiales que
capturen los rayos solares y los conviertan allí mismo en combustibles
químicos, como hacen los vegetales. En lugar del petróleo o el gas natural, ese
combustible nos servirá para propulsar nuestros automóviles, crear calor o
generar electricidad, y podremos almacenarlo para utilizarlo cuando se ponga el
sol.
Mas información sobre el tema en revista investigación y
ciencia (TEMAS 67).
No hay comentarios:
Publicar un comentario